martes, 2 de octubre de 2007

Capitulo 3: La sombra de Greta Garbo

Era una mañana fría, de esas que nadie quiere enfrentar solo, la nieve cubría el paisaje afuera de su ventana, y el joven yacía ahí, en la cama, desnudo y tapado hasta el ombligo, con un ojo abierto mirándola perdidamente, su respirar pausado, su leve movimiento de ojos, su suave mano depositada levemente en su pecho, llevaba en esa posición por incontables segundos, con miedo a moverse y despertarla, a hacerla recordar su presencia, por un minuto fugaz pensó en dar vuelta la cara y hundirla en la almohada esperando despertar como todas las mañanas solo, pero sabia que no pasaría, la miraba estar ahí, serena, tranquila, y se lamentaba como siempre dejarla con el alma rota, con la mirada perdida, buscando su silueta al abrir los ojos, pero no podía evitarlo, no la quería tanto, la quería como quería a su música, de forma suave y automática, la quería para evitar la soledad, para sortear la agonía de encontrarla a ella, a la sombra que lo estaba persiguiendo desde aquella tarde en la plaza. Se levanto lentamente, tratando de hacer el menor ruido y camino por el borde de la cama buscando su ropa, se vistió en el pasillo y salio del departamento lo mas rápido que pudo, pero antes de cerrar la puerta se dio vuelta y susurro con un dejo de cariño "disculpame" y dejo un beso flotando entre sus labios.

Hacia días ya que el aire estaba frió, la nieve se negaba a irse y el sol había renunciado, no recordaba desde cuando no veía eso, y los diarios de la ciudad no se cansaban de repetir el milagro día tras otro, la gente caminaba alegre sobre la inocencia del clima, y los indigentes buscaban refugio en los lugares mas recónditos de los callejones, lejos de la blanca muerte. Daniel no se percataba de estas cosas, el caminaba, con sus sentidos centrados en la música que llenaba sus oídos y en el cigarro que le abrigaba los dedos, con pereza abrió la puerta de su casa y paso al patio trasero, se sentó bajo el gran duraznero que siempre lo escuchaba. En su calidad de hijo único de padres ausentes, había logrado desarrollar una dependencia de ciertos objetos inanimados que le servían de soporte y escuchas, cuando era niño, cuando no entendía mucho mas de todo esto, les hablaba con una voz fuerte y clara, a el árbol y al perro, y ambos parecían escuchar atentos y responder en el minuto exacto, uno con un ligero movimiento de cabeza y un roce en su mano, el otro hablaba con el viento en sus ramas y las hojas que le botaba sobre la cabeza, pero ahora solo se sentaba ahí, bajo un árbol sin hojas ni frutos, y con la cabeza de Kaiser apoyada en sus piernas, pasaba su mano perdidamente por el pelaje del animal, y sin darse cuenta decía su nombre una y otra vez bajo su aliento, Elisa. Elisa. Elisa.

Los días tenian cierta forma de pasar que los hacia parecer una película antigua, la forma en que la nieve hace indistinta la noche del día, o la manera que la ausencia de hojas en su jardín hacia cada día igual al anterior, o la manera en que cada noche se repetía de manera viciosa, cada noche eran las mismas caras, cada noche los mismos vasos y canciones mal cantadas, las mismas respiraciones cortadas y cada mañana el mismo sentimiento de culpa. Sus amigos no dejaban de llamarlo, y el no dejaba de mentir, lo llamaban todas las noches, todos, excepto uno, el que mas importaba, el único que sabia la verdad, de él ya no sabia nada, no esperaba saber tampoco, pero aun así le dolía. Y la sombra de Elisa se deslizaba bajo la puerta, y por primera vez en mucho tiempo, Daniel sentía algo, sentía miedo, un miedo irracional a encontrarla, aun sabiendo que eso era imposible, un miedo seguía siendo un miedo, y su único amigo no llamaba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te quiero mucho.
Cuando seas escritor y famoso, casate conmigo para que asi no tenga que trabajar nunca y me des muchas tarjetas doradas.

:)

Anónimo dijo...

me di el tiempo que en estos dias y meses me ha sobrado de leer todo...me gustaron las historia y lo bueno es que la critica esta en los textos...sigue escribiendo, me gusto la ultima historia...ciao
Io